Sus ojos negros. Tan negros como todo lo que tengo dentro. Atrás, atrás. Activo mis sentimientos, muestro mi pesar. ¡Joder cómo me gustaría besarte! Y sentir tu calidez cerca de mi cuerpo, como me lo demostraste dentro de mi mente. En mis sueños, no en los tuyos. Cuando me cogiste la mano, mostrándome tu afecto. ¡Me querías, joder, lo hacías! Y nunca dejaste de repetírmelo. Siempre me dijiste todo lo que sentías, y yo cerraba mis ojos evitando ver la realidad. Siempre con la misma idea dentro de mi cabeza. ¿Y ahora? Ahora te quiero, te quiero solo para mi. No soporto pensar que te pueden estar abrazando mientras yo asfixio mi almohada para sentirme menos sola. Me envuelvo entre las sábanas intentando encontrar esos sueños rotos. Rotos, esparcidos, muertos. Muertos, muertos...

Hasta nunca.

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